La teoría de la organización y los estudios posmodernos.
Por Roberto Vila De Prado.
GestioPolis.
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La administración de las organizaciones en la época del posmodernismo |
La ciencia moderna está sufriendo
los síntomas de una crisis profunda. Algunos de los problemas que las
disciplinas científicas enfrentan afectan tanto a las ciencias sociales
como a las ciencias naturales.
Si sobre este punto existe una
conciencia generalizada, es de preguntarse: ¿por qué se ha vuelto tan
difícil construir una teoría crítica sobre las organizaciones?.
1. El desorden en la teoría de la organización.
En la medida en que uno acepta, algo que es una tendencia importante
hoy en las ciencias sociales, que no hay una modernidad sino muchas
trayectorias diferentes hacia lo que se puede llamar modernidad, si
aceptamos la existencia de diferentes modernidades alternativas, también
hay que aceptar formas múltiples de organizaciones.
Dice M. Reed (1992: 255) que en la teoría de la organización
se está viviendo “un tiempo en el que la definición tanto del objeto de
estudio como de las reglas para la construcción de teorías y la práctica
investigativas están abiertas al debate”. Esta particularidad data
desde hace 30 años, y en la última década se presenta una situación de
enclaustramiento que indica un agotamiento del análisis, por la ausencia
de un piso común para el debate(1).
Frente a este problema, surgen tres posibilidades:
- Profundizar el desorden que existe en el campo académico, escogiendo la metódica “apropiada para el problema”;
- optar por la inconmensurabilidad paradigmática y desarrollar múltiples e irreconciliables teorías; o bien por la
- tradición académica, adaptando la ortodoxia funcionalista.
En la segunda opción, hay un exceso de relativismo epistemológico. En
la tercera, se cae en la polarización teórica. Las tres son formas de
eludir el debate y mantener el enclaustramiento. En definitiva, la
cuestión se disfraza con el debate modernismo-posmodernismo. (Dávila,
2000) .
La posmodernidad.
El desorden teórico contemporáneo debido a la aceleración del cambio y
el golpe del duro ariete de la posmodernidad sobre los modelos teóricos
tradicionales (crisis paradigmática) pueden llevar a la fragmentación
extrema e incluso a la disolución del pensamiento administrativo.
Sobre este punto, Rigoberto Lanz (2001: 168) ha expresado:
“Los nuevos enfoques sobre los procesos organizacionales se sitúan
expresamente por encima de la lógica epistémica de las disciplinas. Esta
lógica trastoca los fundamentos del viejo modo de pensar de la
organización”
Y en otro pasaje de su obra agrega: “¿Con qué herramientas
epistemológicas podemos hoy abordar el complejo asunto de los procesos
organizacionales? [...] el nexo entre posmodernidad y organización se
muestra muy fecundo en la exploración de posibilidades, en la búsqueda
de salidas a la crisis, en el esfuerzo compartido por repensar los
equipajes teóricos heredados”.
El posmodernismo es una corriente filosófica que ganó rápidamente
adeptos en el campo académico, debido a su crítica a los fundamentos de
la modernidad. En su desarrollo, abandona la confianza en la ciencia
como medio para organizar la vida social, la historia como un proceso
que tiende al progreso material y el sujeto como encarnación de metas
trascendentes.
Su influencia es notable en las ciencias sociales y las humanidades a
las que ha aportado nuevas categorías, nuevos temas y nuevas
posiciones. En este terreno, pudo avanzar beneficiada por la ausencia de
formación filosófica y epistemológica que es fácil de percibir en los
departamentos académicos donde se enseñan las humanidades y ciencias
sociales. Tampoco se debe desdeñar el peso de la moda y la necesidad de
estar al día que reclaman los círculos académicos (Ossorio, 2009).
Cuando acudimos a los estudios posmodernos, no pensamos que estamos
frente al fin del paradigma moderno y el comienzo de otro posmoderno. La
posmodernidad abarca una rica problemática desde la cual se critica a
la modernidad y se plantean nuevos problemas.
Según V. S. Campos (2004), existen distintas versiones de la teoría
organizacional que se basan en los estudios postmodernos. Dentro de
estos lineamientos, Campos revisa dos:
- Gestión social del conocimiento
- Teoría discursiva de las organizaciones
La gestión social del conocimiento se basa en la idea de que el
conocimiento no se encuentra en las mentes individuales sino en las
relaciones sociales, por lo que la empresa pasa a ser considerada una
hiper-conversación que emerge a través de interconexiones sociales
gestadas por el lenguaje.
En este marco, los individuos no están conectados por un número de
relaciones (puestos y funciones) preestablecidas en manuales, sino que
fluyen de una conversación a otra, en un juego de articulaciones y
rearticulaciones que migran de una organización a otra.
La teoría discursiva de las organizaciones parte del anterior
lineamiento. Concibe a las organizaciones-flujos como relaciones
sociales realizadas lingüísticamente, pero incorpora la noción de
discurso como sistema de saber/poder.
El management.
Los managers desde su privilegiada posición de poder pueden
participar en la constitución social de la organización. Desde su
posición enunciativa utilizan una serie de estrategias para crear una
narrativa en las cuales los sujetos encuentren articulación en la
inestabilidad, “una articulación funcional a los intereses directivos”
(Sisto Campos, 2004).
Según Gergen:
“Los managers en sí mismos no son nunca racionales. Lo que dicen
nunca es sabio o realista. Su racionalidad, sabiduría y objetividad
dependen de sus colegas; porque son sus colegas quienes aportan el
suplemento de su interpretación de lo que el manager dice. La
racionalidad es preeminentemente un producto de la colaboración social,
nunca está escrita sobre una roca” (Cit. Najmanovich, 1994).
Es necesario reflexionar sobre la centralidad, tanto del management
como la del manager, los que envueltos en su túnica de técnicos y
neutrales suelen imponer su orden desarticulador en las distintas
esferas sociales .
Cabe preguntarse ¿Si de acuerdo con los posmodernos no existen
fundamentos absolutos para nuestras construcciones teóricas, para qué es
necesario teorizar? A esto responde Gergen, seguido por Najmanovich
(1994):
“Si el valor de las teorías no deriva de su supuesto valor de verdad,
sino de sus implicaciones pragmáticas, entonces hacer teoría recobra
todo su significado. Y el trabajo teórico adquiere una importancia
todavía mayor en la era posmoderna que bajo la concepción modernista. En
esta última perspectiva, las aplicaciones eran llevadas adelante por
otra cultura: la de los prácticos. En un contexto posmoderno teoría y
práctica son inseparables”.
No se trata de eliminar todas las formas de organización, dado que
los posmodernos desconfían de la racionalidad individual, a ellos les
parece lógico adoptar una práctica radical contra la idea de que la
racionalidad técnica individual del gerente llevará a la organización
por el camino correcto.
Donna Haraway opone la difracción a la reflexividad. Para
ella, la reflexividad desplaza lo mismo hacia otro lugar. Sería un “mal
tropo” para escapar a la falsa opción entre realismo y relativismo.
Entonces, ella apuesta a la difracción que permite re-pensar el problema
desde la perspectiva de sus participantes, aproximándose a distintas
voces y no sólo a las de los más autorizados (Friedmann, 2007).
Fig. El poder de la difracción
Fuente: R. Friedmann (2007).
Con la difracción no hay un foco central desde el cual se genere un
orden. El orden, para los posmodernos surge del diálogo entre las
diferentes culturas y subculturas. “Imaginemos una rendija por la que
pasa un haz de luz” (Friedmann, 2007). A partir de la rendija, cada
punto de ella actúa como si re-emitiera una nueva onda de luz. Así, la
ciencia es concebida como un campo de estudio (polisémico y polifónico)
con grandes diferencias y desacuerdos.
El vertiginoso cambio epocal ha originado un cambio radical en los
referentes teóricos, con la presencia de muchos más científicos que los
aquí mencionados y que trabajan desde diferentes perspectivas. Ante la
emergencia de nuevos temas, muchos estudiosos abandonaron viejas teorías
que consideraban superadas por los nuevos tiempos, por lo tanto nuevas
formulaciones son mostradas como revoluciones teóricas que inauguran una
nuevo estadio del conocimiento.
La teoría moderna tiene una pretensión holística, encontrar la unidad
del universo. Los posmodernos ponen el acento en lo singular y lo
diverso, y dejan a las ciencias como receptáculos de reflexiones
fragmentarias y contingentes. De esta manera, se resignifica el pequeño
relato y la fragmentación, y se desprecia toda búsqueda de explicaciones
generales. Para el posmoderno, la razón no puede conocer lo real, o
bien conocerlo sólo en parte, porque a la verdad se accede a través de
otros conocimientos, como la intuición o el corazón.
“Es importante reconocer la existencia de miles de stories y
perspectivas contadas sobre tópicos gerenciales y administrativos y que
tal variedad de perspectivas es imposible de ser cobijadas por un solo
paradigma unificado y monitoreado y gobernado genialmente por el Sr.
Jeffrey Pfeffer o la NATO, North American Theory of Organization.
(Friedmann, 2007).
Se pone en evidencia así, un rechazo de lo causal y del enfoque de la
totalidad por considerarlo que –en sus versiones más extremas– es
sinónimo de totalitarismo. Puede ser beneficioso, dice (Medina, 2010),
aceptar la falta de unidad paradigmática y aprovecharla para recuperar
herramientas necesarias para formar un campo general de la teoría
organizacional, e incluso llegar hasta el extremo de incorporar nuevos
cuerpos teóricos provenientes de otras disciplinas. Esto es, utilizar
una caja de herramientas para solucionar los problemas organizacionales.
Sin embargo, no hay que olvidar la advertencia de Pfeffer (2000:
265-266):
“… esta ausencia de un paradigma científico bien desarrollado hace
que experimentar con cualquier cosa nueva o diferente sea más deseable.
También tiene la propiedad indeseable de permitir que las preferencias
prácticamente sin restricción de normas y estándares científicos se
difundan de manera desenfrenada [En resumen, quienes defienden], la
falta de un sustento fuerte en una disciplina o en los fenómenos, son
susceptibles de quedar atrapados por las modas pasajeras y las
novedades”.
Estructura organizacional.
La estructura indica a los miembros de una organización lo qué deben
hacer, pero no les dice cómo hacerlo. La estructura es el armazón que
sustenta el conjunto, pero necesita de canales por los cuales circulen
los fluidos que lo pongan en funcionamiento.
Gilly et al. (2007: 53) comparan a la estructura con el
sistema óseo y a los procesos con los músculos de la organización. Los
posmodernos, como Deleuze, van mucho más allá. Para ellos, una
organización no puede ser vista como algo “que funciona
estructuralmente, ordenadamente, con límites fijos y cerrados. La imagen
del cuerpo sin órganos ilustra bien la configuración resultante de una
forma de organización flexible” (Friedmann, 2007).
Deleuze quiere que los órganos queden fuera del análisis: “los
órganos son estabilizaciones, fijaciones, que estratifican la
experiencia, los flujos vitales […] Deleuze contrapone rizoma a árbol.
En el ámbito de estudio de las organizaciones se ha empezado a pensar en
Keiretzus (redes de empresas japonesas de alta tecnología con vínculos
de todo género pero sin capital común) y en las Networks de empresas de
alta tecnología con muchos proveedores, socios en la investigación, etc.
donde la descentralización es muy amplia.” (Friedmann, 2007.a).
Tanto el sentido común como la práctica se resisten a abandonar la
idea de racionalidad. Las prácticas gerenciales surgieron de la
necesidad de lograr la supervivencia de las organizaciones.
2. Resumiendo el debate.
Martínez Nogueira (1993) identifica dos posiciones:
- Un mundo construido sobre la base de una visión, de lo que
tradicionalmente se interpretó como el modelo de las ciencias naturales,
aferrada a la noción de causalidad, siguiendo utopías que “en lugar de
reproducir el paraíso, terminaron por construir infiernos nada
confortables”; y, por otra parte,
- El nihilismo posmoderno “carente de supuestos comunes, proyectos
disímiles y dificultades insalvables de comunicación podrán estar en el
presente con una inmadura teoría de la organización” [...] “que se
parezca a la disolución, la fragmentación sin límites y la destrucción
de la esperanza”.
Se advierte, en consecuencia, la necesidad de tener un programa de
investigación para recuperar un patrón normativo que retome la capacidad
de la razón, pero de una razón que se afirme a partir de las
diferencias en el diálogo, contribuyendo a que las organizaciones se
conviertan en ámbitos propicios para la creatividad, la innovación y la
colaboración.
Si se quiere construir una visión comprehensiva acerca de un fenómeno
complejo como es la organización (con su multidimensionalidad y
transversalismo), recurrir a miradas realizadas desde diferentes ángulos
de lectura se constituye en una imprescindible necesidad. Tarea que, si
bien es difícil, se ve facilitada porque los distintos objetos de
estudio son constructos, es decir sistemas conceptuales.
Notas al pie
1. El piso común suele ser considerado como la contraposición entre la lógica de la acción y la lógica del sistema.
2. Un sistema es inconmensurable con otro, respecto a ciertas reglas
de comparación, cuando se dan tres condiciones: 1) La diferencia radical
entre sistemas de orientación; 2) La competencia o conflicto entre
sistemas y 3) Un cierto curso de acción. No hay estándares de
comparación que resuelvan racionalmente un problema de conflictos
(Agüero, J. O., 2012).
3. Desde luego que en esta obra no pretendemos encontrar la solución
al problema. Reed (1992) propone reconstruir el relato de la historia de
las teorías organizacionales y considerar a la organización como una
práctica intelectual, en la que el discurso managerial aportará recursos
importantes.
4. No es que los posmodernistas tengan pocos conocimientos de
epistemología (todo lo contrario), lo que se afirma es que el
desconocimiento de esta disciplina, por otros docentes, contribuyó a la
rápida difusión de esta corriente en ciertos medios académicos.
5. En estas afirmaciones hay subsumidos, indudablemente, juicios de
valor. Además, todo esto se complica cuando Maturana (1995: 66-67) nos
dice que hasta las bases de los muy racionales discursos éticos
descansan sobre premisas fundamentales que están fuera de lo racional,
que son emocionales “En física, la difracción es un fenómeno
característico de las ondas que consiste en la dispersión y curvado
aparente de las ondas cuando encuentran un obstáculo”.
6. Sistema conceptual abierto.
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Lic. en ciencias políticas y administración
pública. Diplomado en estudios avanzados en ciencias políticas y
administrativas. Master en sociedad de la información y el conocimiento.
Doctorando en filosofía y ciencias sociales. Profesor emérito UAGRM.
Roberto Vila De Prado
consultor docente (libre).
UAGRM USAL (Argentina).
UOC (Barcelona).
UAGRM (Santa Cruz de la Sierra).
Bolivia.
https://www.linkedin.com/in/roberto-vila-de-prado-88495343/